PANTA
RHEI (HERÁCLITO DE ÉFESO)
Heráclito n.º 1 sale de casa
y en el camino se une
a Heráclito n.º 2 quien,
exacto como el día,
baja hacia el río con la
intención de darse un baño.
Hace calor y el cuerpo pide
una tregua al verano
mientras, distante, el alma
batalla un invierno precoz.
Y he aquí que, cuando
llegan, ya está Heráclito n.º 3
nadando entre los juncos
frescos y la brisa verde.
Ved a Heráclito n.º 4
apartando el agua del agua
(el hidrógeno a un lado, el
oxígeno al otro),
el río cerrándose sin
cicatriz detrás de Heráclito n.º 5.
Sentid el relámpago de peces
alrededor de Heráclito n.º 6,
la electricidad del momento,
la transparencia de la tarde.
Pero oscurece y es hora de
cenar antes que la noche los disuelva.
Heráclito n.º 7 los convoca
en la orilla, entre las sombras ácidas,
y todos los Heráclitos del
día se reúnen sucesivos y distintos:
el insondable y el
solitario. El maledicente y el distraído.
Sobre la hierba rumorosa,
lejos del mundo, los oímos
compartir la miel y el
instante, la sed y las palabras:
No
puede bañarse uno dos veces en…
Y es en este punto de la
historia cuando, de repente,
el trueno que suele rubricar
los grandes episodios
se adelanta lo justo para ahogar
el final de la revelación,
negándonos así los laureles
todos del conocimiento.
Y de nada sirve rebobinar
este río como una vieja cinta de vídeo.
Apenas llegamos al fotograma
del estruendo, ya no queda nadie:
las orillas están desiertas,
el cauce seco, la noche vacía.
Jesús
Jiménez Domínguez. Frecuencias.
Visor, 2012.