viernes, 7 de octubre de 2011
Carta a Meneceo. Frank Abel Dopico
Carta a Meneceo
Este lugar no es el jardín de Epicuro.
De él Teofrasto, el botánico, no podrá decir que crecían puerros, berzas,
nabos, berros, remolachas, pepinos, lechugas, hinojos, apio, albahaca y perejil.
Ni Cicerón advertirá que es un jardín de placer
donde los discípulos languidecen en medio de goces refinados.
El jardín de las delicias, es pues, hijo del Bosco y no de Epicuro.
Este lugar no es sino un sitio para un pájaro, unas plantas ornamentales y un
árbol.
Con esos materiales se pueden hacer un hombre, una mujer, un niño y los
urgentes amigos.
Todo lo demás convierte a la vida
en algo inservible,
en un trasero
donde pudrirse aún más la miseria humana.
Este lugar eres tú o no merecía la pena que lo fuera.
Aquí te desvistes. Allí sin pedirle perdón a los espejos.
Allí una sombra pequeña pronuncia el nombre de dos borrachos divinos.
Al interior, adonde están el café y la luz amaneciendo,
nadie puede verte: la soledad, un poco de amigos.
El jardín, el huerto, las delicias, el dolor de un ángel que te ha visto y que te
quiere,
son la mitad de un ir donde vienes regresando, tropezando.
Allí sueñan sus intimidades
Aquello que hemos dejado en el porqué de las cosas pasadas.
Allí, en la piedra inventada,
el caracol anuncia, como un monje descalzo,
lo que desconoce la piel de los amantes.
Y detrás de la cortina
también encuentra la montaña lo que pierde: el cielo.
Allí dentro, cuando la música y tú aparecen como una ventana que se abre,
apago un libro de Rousseau,
o dejo de intentar recordar la saliva de un cuerpo que me amó
y te digo que aquí dentro de uno se está bien calientito.
Te digo que ni Epicuro ni el Bosco pudieron soñar éste lugar.
Frank Abel Dopico (Cuba, 1964), poeta, actor y director de teatro. Ha publicado los libros de poesía: El correo de la noche (1989), Algunas elegías por Huck Finn (1989), Expediente del asesino (1991), Las islas del aire (1999) y El país de los caballos ciegos (2005)
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