Hera
Paestum.
Mil novecientos
setenta y tres.
En Paestum puse
la planta oscura
de la profanación
en el umbral secreto de la diosa
y vomité palabras líquidas y negras
en cuanta sombra allí pudiera
guardar la huella de sus pliegues de oro.
De antiguo opté por la lechuza,
no por tus ojos de ternera.
Conserva tú nupcial el lecho
de la persecución y la venganza.
Sobreviven Tiresias
Semele e Io.
Tú no, vindicativa.
Ofrecí bilis negra
en el umbral del templo.
Gusté del agrio
sabor de la blasfemia.
Paestum.
También mueren los dioses, venerable.
José Ángel Valente. Mandorla.
Cátedra, 1982.
Imagen: Templo de Hera en Paestum.
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