Homero en Soria
La estufa de la sala
de profesores con su tubería
de obtusa oblicuidad
y su puchero de agua casi hirviendo.
Alma mater, materno claustro cálido
-sí, tiempos benignos,
no como los de Antonio
cuando disolvía los claustros a escobazos
la hembra del Director-.
No: nosotros el asueto, el rumor, el cigarrillo.
Y el coro de libros absolviéndolo todo.
Buenos compañeros; nombrarlos uno a uno
sería prosaizar,
desigualar homérico catálogo.
Una excepción fugaz:
veinticuatro horas de traslado a permuta.
Fui un solo día colega sorianísimo
de Ayuso, el candidato,
el federal y helénico
amigo de Machado.
Me oyó tocar Beethoven, y “cómo se conoce
que este chico sabe griego”.
Gerardo Diego. Soria
sucedida, 1921-1976. En Poemas
menores, Alianza Editorial, 1980.
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