La madre de Héctor
Por esta ley antigua que obliga a los amantes
a sucederse en otras y otras generaciones,
yo misma a un joven héroe di vida en mis entrañas.
Me doblegué a las lunas y en su espera de júbilo
los hibiscos tiñéronse.
Se hacía transparante su rostro sobre el mío
y él me daba nobleza, belleza, plenitud.
Incendio tras incendio, el cuerpo prevalece.
María Victoria Atencia. Ex libris. Visor, 1984.
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