viernes, 13 de noviembre de 2009

LA SAGRADA LEY DE HOSPITALIDAD GRIEGA



«Éste es un infeliz que viene perdido y es necesario socorrerle, pues todos los extranjeros y pobres son de Zeus »
Homero, Odisea VI

Éstas son las palabras que pronuncia Nausicaa, la princesa de los feacios, al contemplar al náufrago y desdichado Odiseo tendido en la playa. Con ellas quiere expresar Homero el carácter sagrado e inviolable que entre los griegos tenía la ley de la hospitalidad. Todos los extranjeros y pobres estaban bajo la protección directa de Zeus, dios supremo y padre de dioses y de hombres, y cualquier persona que no acatara esta ley cometería el más abominable de los sacrilegios para un griego.

Esta divinización de la hospitalidad que se daba en la Hélade procede del hecho de que los griegos siempre se vieron a sí mismos como un pueblo viajero que desde sus mismos orígenes ha ido emigrando de territorio en territorio poniéndose en contacto con otras civilizaciones. Llevaban consigo y transmitían a esos pueblos su cultura, su religión, sus instituciones políticas, sus costumbres cotidianas y, a su vez, tomaban de ellos las aportaciones materiales y espirituales con las que los propios griegos se enriquecían. En realidad, la cultura griega, la cultura que ha puesto los cimientos de nuestra civilización occidental, es el resultado de la fusión de diferentes pueblos y civilizaciones a lo ancho del espacio y a lo largo del tiempo.

En torno al año 2000 a. de C. comenzaron a penetrar en la península helénica las primeras oleadas migratorias de pueblos de origen indoeuropeo, es decir, pueblos emparentados con celtas, latinos, germanos, eslavos, indios, etc. Estos pueblos son los antepasados de los aqueos que Homero describe en sus poemas (Aquiles, Agamenón, Odiseo) y que posteriormente se establecieron también en las islas del Egeo y en Asia Menor. La entrada de los griegos en la Hélade es uno de los acontecimientos más transcendentales de la historia de Occidente, pues aquí se forjó la primera cultura europea, caracterizada por una nueva manera de ver el mundo y el hombre basada en la razón: el paso del mythos al logos.

Posteriormente, a partir del siglo VIII a. de C., por causas parecidas a las que hoy obligan a muchos pueblos a emigrar, los griegos salieron de sus territorios y comenzaron a fundar colonias por todo el Mediterráneo incluida España. Esta colonización tuvo importantes consecuencias económicas y culturales no sólo para los griegos, sino sobre todo para aquellos pueblos mediterráneos con los que entraron en contacto, pues los griegos les transmitieron su modo de ver el mundo y su cultura.

Hoy en día, como en todos las épocas, hombres y mujeres de diferentes países siguen desplazándose en busca de mejores condiciones de vida y, así, en los pueblos y ciudades de España encontramos personas procedentes de todas partes del mundo que nos enriquecen con sus aportaciones y a las que enriquecemos con las nuestras. Pero, ¿seguimos observando aquella ley sagrada de la hospitalidad griega y acogemos a los que llegan a nuestras playas con la misma generosidad con que Nausicaa recibió a Odiseo?

Conrado Santamaría

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