viernes, 8 de marzo de 2013

Sócrates habla con Critón en la prisión de Atenas. Jesús Ferrero

Sócrates habla con Critón en la prisión de Atenas
 

El miedo a morir no es otra cosa, Critón,
que el asco profundo de tener que decir
sí a la tierra, 

de tener que aceptar esa oscura orfandad
que es al mismo tiempo la filiación más extrema. 

            Esa repugnancia que siempre genera
toda obediencia necesaria:
la madre sometiendo al hijo
a su ciencia innumerable:
su cuerpo signo del mundo, sema
del orden primero
y receptáculo por eso del primer suplicio. 

            Despedirse para siempre
del cuerpo que fue nuestro es doloroso
y espanta a la memoria
saberse simiente de la nada, parto
de la ira elemental de la materia. 

            Turbios expelemas de ceniza
habrán de consumar mañana
este extraño periplo que es vivir
y la indigna certeza de sabernos finitos. 

            ¿Por qué, Critón, por qué
tuvo que ser el hombre el animal
elegido por los dioses
para pensarse a sí mismos? 

            ¿Por qué no eligieron a los caballos,
a los centauros, a las sirenas,
a las panteras, a los buitres? 

            Asco de la tierra y asco
de nosotros mismos,
es el pago de tener conciencia, 

el pago por habernos apartado
de la entraña de la Oscura,
el pago de esa audacia
genuinamente nuestra, o el pago quizá
de esa ancestral cobardía humana.
Haberla negado,
haberla mirado con odio
a sus ojos inconcretos, a sus ojos
sabios. 

            ¿Así se miran los hoplitas
cuando quieren devorarse unos a otros?
¿Así nos ha mirado y así la miramos
nosotros desde antiguo? 

            El miedo a morir no es otra cosa:
lo imperdonable, Critón,
el tener que decir que sí a la tierra,
el tener que obedecerla
como reos que confiesan delitos que no hicieron,
coaccionados por el suplicio, 

el tener que cumplir a rajatabla su mandato:
olvidar para siempre que hemos sido.
 
Jesús Ferrero (Zamora, 1952), poeta y novelista. Entre sus obras: Bélver Yin, 1981, Negro sol, 1987 y Balada de las noches bravas, 2010.

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